El Universal.- El suizo Roger Federer recuperó hoy en la pista Central el título de campeón de Wimbledon y logró, con él, una victoria que le inscribe en los libros de la historia del tenis.
La baja este año del manacorense Rafael Nadal -que no pudo defender el trofeo por una lesión de rodilla- puso a tiro al hombre de Basilea su regreso a lo más alto del ránking mundial, precisó Efe.
Con el número 1 otra vez en su propiedad, Federer ha vuelto a reeditar marcas históricas. Suma ya 15 títulos de Grand Slam -el único jugador que atesora ese número hasta la fecha-, superando al estadounidense Pete Sampras, con el que compartía récord (con 14 "grandes").
Su encuentro con Andy Roddick en la "Catedral" fue su séptima final consecutiva en esta competición y permitió al campeón de Roland Garros atesorar su sexto trofeo en el SW19.
El Federer que hoy se imponía a Roddick vuelve a ser el maestro de la superficie verde, el que se preocupa por ver cómo evolucionan sus estadísticas meteóricas y al que temen todos los jugadores del circuito.
Hoy, en la Central, acumuló el sexagésimo título en su carrera, algo que le pone a la par de Andre Agassi en la Era Open.
Tras dejar atrás un bache que le costó su privilegiado lugar en lo alto de la lista de la ATP -en favor de Nadal-, al solventar, hoy, airoso este último escollo de Wimbledon, Federer batió otra marca al apuntarse la vigésima final de un Grand Slam, récord que compartía, hasta ahora, con Ivan Lendl (con 19).
Es un hombre de marcas imposibles. Además de gritar al mundo que vuelve a ser el soberano en hierba, y de corroborar que regresa a la cima del mundo, el resultado convierte al helvético en el primer hombre en la Era Open que presume de 11 torneos en hierba, habiendo igualado en el 2008, en Halle (Alemania), los 10 del estadounidense Pete Sampras.
Fue su séptima final consecutiva en esa pista, que él considera suya. Con la sexta corona en este "grande", Federer se pone a la par de William Renshaw y el mencionado Sampras, (estos últimos lograron siete en este "grande").
Federer está pletórico pero a la vez calmado. A punto de ser papá y de cumplir, en agosto, 28 años, su victoria en el Abierto de París hace unas semanas frente al sueco Robin Soderling, tras haber ganado, también, en Madrid ante Rafa Nadal, le dio dosis en abundancia de seguridad.
Una confianza que le ha venido de perlas para meterse en su séptima final consecutiva de Wimbledon en un trayecto en el que el jugador ha ido eliminando escollo tras escollo casi sin despeinarse. Hasta que se topó con Roddick en una final que tuvo que decidirse en 5 sets.
Por el camino, quedaron el taiwanés Yen-Hsun Lu, el español Guillermo García, el alemán Philipp Kohlschreiber, el sueco Robin Soderling, el croata Ivo Karlovic, el germano Tommy Haas y hoy, Roddick, su última víctima.
La raqueta le responde como antaño y su servicio vuelve a ser mortífero. En esta trayectoria por el césped británico, el suizo, quien tan sólo ha perdido finales de "grandes" ante el español Nadal, ha cedido tres sets durante esta edición de torneo (uno ante Kohlschreiber y dos con Roddick).
El hombre de Basilea ha reafirmado con resultados que hablan por sí solos el momento dulce que atraviesa a todos los niveles y ha asegurado que ya no siente ningún atisbo de los "signos de pánico" que le hicieron tanto daño anímicamente y estadísticamente hace seis meses.
Con la recuperación, a partir de mañana, lunes, del número 1, Federer regresa a la cima del mundo y siente el orgullo de ser considerado el mejor.
Y por si esto fuera poco, la victoria de hoy en Wimbledon reportará al jugador helvético la suculenta cantidad de 850.000 libras con lo que ya supera en sus ingresos los 50 millones de dólares.
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